Enfrentarse a la muerte de un ser querido nunca es fácil, ni siquiera para nosotros. A pesar de que la muerte es algo para lo que nunca se está preparado, esperamos que estos consejos te sirvan para ayudar a tus hijos a superar este momento tan difícil.
A menudo solemos evitar que los niños sean conscientes de una situación tan dolorosa como la pérdida de un ser querido. Es comprensible que deseemos alejarlos del dolor y el sufrimiento. Los niños son tan vulnerables que parece lo más lógico. Sin embargo, quizás nuestro intento no sea lo más adecuado para ayudarles a afrontarlo.
Para superar una situación traumática es fundamental que nos enfrentemos al dolor con el fin de cerrar esa etapa, dejarla atrás y continuar avanzando. Para los niños el proceso debe ser el mismo.
Debemos entender que el dolor es una respuesta natural de nuestro cuerpo que nos ayuda a superar la pérdida. El llanto, la tristeza y la apatía, la ira, la frustración o el miedo son reacciones lógicas ante una situación traumática, y una parte esencial del proceso de duelo en los niños.
Debemos explicarles, en su lenguaje, en qué consiste la muerte, que se trata de algo que no suele ocurrir muy a menudo, pero que, cuando llega, no tiene vuelta atrás.
También debemos dejarles claro que no estarán solos, que estamos ahí para ayudarlos y acompañarlos, y que esa tristeza acabará desapareciendo con el tiempo. Contestar a sus preguntas de manera clara y sencilla, ayudará a comprender lo ocurrido y asumirlo de manera más natural.
Si les ocultamos la situación o la suavizamos con frases del estilo "se ha ido de viaje" o "está durmiendo", lo más probable es que acaben por pensar que se trata de algo pasajero y que la tristeza, la soledad, o las preguntas reaparezcan en el futuro.
No todos los niños afrontan la muerte de un familiar del mismo modo. La edad suele condicionar su reacción ante la muerte:
- Si los niños son menores de seis años, lo más probable es que su concepto sobre la muerte sea bastante difuso a pesar de nuestras explicaciones. Seguramente se sentirán solos y echarán de menos a la persona fallecida, por lo que es fundamental que se sientan siempre acompañados: abrazarlo, besarlo, escucharlo, llorar con él, cogerlo en brazos...ayudará a mejorar la situación.
- A partir de los seis años, los niños comienzan a entender la muerte como un hecho definitivo. La sensación de abandono y soledad suele afectarles más que a los pequeños, ya que son más conscientes de que la persona que ha fallecido no volverá. Debemos dialogar con ellos, estar más atentos y acompañarlos, dejándoles su espacio si es necesario, pero mostrándonos siempre a su disposición.
Es importante que los niños participen en los momentos de duelo para que sean capaces de asumir la situación y aprendan a superarla desde el conocimiento. Es comprensible que se sientan tristes y abatidos durante una temporada, pero el tiempo es el único que puede hacer desaparecer las sensaciones que acompañan la muerte de un ser querido.