La intolerancia a la lactosa es una afección del intestino delgado que afecta a más del 40% de la población nacional. En la mayoría de los casos está determinada por causas genéticas y es crónica, aunque sus síntomas varían mucho de una persona a otra.
La intolerancia a la lactosa se origina porque las microvellosidades intestinales no producen suficiente o ninguna cantidad de lactasa, la enzima encargada de metabolizar la lactosa.
La lactasa se encarga de desdoblar la lactosa, que es el azúcar de la leche, en glucosa y galactosa. Si no hay suficiente lactasa, el intestino delgado es incapaz de digerir la lactosa, y pasa al intestino grueso, donde se descompone en gases y ácidos grasos. Estos son los que provocan sus síntomas: náuseas, vómitos, diarrea, dolor, distensión e hinchazón abdominal, flatulencia, pérdida de peso, desnutrición y crecimiento lento, heces fétidas flotantes y estreñimiento con ardor.
Para aliviar estos síntomas, deben retirarse de la dieta los alimentos que la contengan:
- Leche, excepto la marcada como "sin lactosa".
- Yogures y postres lácteos.
- Quesos (excepto el curado).
- Mantequilla.
- Nata y crema pastelera.
- Productos preparados con lactosa: puré de patatas, helados de crema, pan de molde, bollería, galletas, fiambres, cereales para el desayuno, bechamel, batidos...
Dispones de una amplia variedad de productos aptos para intolerantes a la lactosa en el mercado, con los que podrás seguir preparando tus recetas de siempre, como leche sin lactosa, leche de soja, margarinas, yogures, salchichas, galletas, magdalenas, batidos, helados...
Para averiguar qué cantidad de lactosa puede digerir cada niño, la reintroducción de la lactosa debe hacerse de modo gradual y progresivo para valorar la posible reaparición de los síntomas que marcarían su límite.
Para suplir la ausencia de lácteos en la dieta y evitar la pérdida de peso y la malnutrición, es esencial suplir las carencias de calcio, vitamina D, riboflavina y vitaminas que provoca la intolerancia a la lactosa, y aumentar el consumo de alimentos ricos en vitaminas A y C, fósforo, magnesio y potasio, que favorecen la absorción del calcio. Algunos alimentos con alto contenido en calcio son:
- Pescados: gambas, pulpo, percebes, langostinos, anchoas, sardinas, lenguado, salmón, boquerones, almejas, berberechos, mejillones, bacalao seco, etc.
- Verduras y hortalizas: tofu, espinacas, pimientos, col, cardo, berros, acelga, brécol, perejil, albahaca, etc.
- Legumbres: judías blancas, lentejas, garbanzos, soja, etc.
- Otros: huevos, chocolate y frutos secos (excepto higos y castañas).
La vitamina D es fundamental para que el calcio se fije en los huesos. Aunque la luz del sol en la piel hace que el cuerpo la genere de modo natural, el aceite de hígado de bacalao en cápsulas puede suplir las carencias que provoca la intolerancia a la lactosa.
Consulta al pediatra siempre que tu hijo presente síntomas de una intolerancia a la lactosa. Él le hará las pruebas necesarias y establecerá la dieta más apropiada.