Desde que son bien pequeños, los niños se ven influenciados por sus amigos. Tanto si tu pequeño tiene dotes de líder como si es de los que se dejan llevar, su relación con otros niños puede ser muy enriquecedora, pero también la fuente de muchos disgustos.
La amistad tiene, como todo en la vida, sus pros y sus contras. Tener buenos amigos es fundamental para mantener una buena salud emocional, pero no es ningún secreto que tener uno malo puede incluso arruinarte la vida.
Por eso, es lógico que sientas vértigo cuando piensas en la influencia que pueden ejercer los amigos y compañeros de juegos sobre tu hijo: todas las madres sienten el mismo temor.
Sus primeros compañeros de juegos
Durante la primera infancia, la influencia de los amigos es la más beneficiosa, ya que se establece una relación de reciprocidad que hace que los niños ajusten sus niveles de desarrollo para ponerse al nivel de sus compañeros de juegos.
Además, en esta etapa no existe una exclusión por sexo y edad, como sucederá más tarde, por lo que tu hija de dos años puede jugar tranquilamente con un niño de cuatro, y viceversa. Así, cada uno contribuye con sus conocimientos mientras desarrolla sus habilidades sociales, sus emociones y sus capacidades.
Por ello, los amigos y las relaciones sociales son tan importantes durante la etapa de educación infantil, tanto que si no tienen con quien jugar es probable que se inventen un amigo imaginario, la mejor muestra de su asombrosa creatividad.
Amigos para siempre
A partir de los 6 años, las relaciones de amistad se vuelven más duraderas, pero también más exigentes: aparece la discriminación por sexo, edad, la necesidad de ser correspondidos, la dependencia...
En esta época de la infancia es donde empezarán a surgir los primeros conflictos y desengaños, especialmente en el caso de las niñas, más influenciables y con grupos de amigas más pequeños que los niños.
Para evitarlo, nada mejor que diversificar su ambiente para que conozca a otros niños fuera de su círculo habitual.
Las actividades extraescolares, los campamentos, las vacaciones en el pueblo o simplemente el parque de otro barrio pueden ser algunas maneras fantásticas de que los niños se relacionen con diferentes grupos de amigos y adopten en ellos diferentes roles.
De este modo, si en un grupo es líder, en otro puede ser uno más; si un amigo le excluye, tendrá otras opciones; y si alguno es especialmente pernicioso, con cambiar sus hábitos habrá desaparecido de la vida de tu hijo.
A partir de los 11 años, aproximadamente, los niños sustituyen el núcleo familiar por los amigos como su principal área de influencia, así que aprovecha hasta entonces para ser su ejemplo de comportamiento y fomentar un ambiente de confianza.
Los amigos durante la adolescencia
Durante la adolescencia los amigos se convierten en el centro del universo y todo gira alrededor de ellos.
En esta época, donde la personalidad empieza a formarse y se definen sus gustos, debes mantenerte alerta ante la influencia de sus amistades:
- La inseguridad, que en la adolescencia es el pan de cada día, es la oportunidad perfecta para las malas influencias. Reforzando su confianza puedes ayudarle a mantenerse firme en ocasiones en las que realmente lo necesite.
Cada niño tiene su punto débil: sus gustos, su aspecto, su personalidad, su sexualidad... Incide donde sea necesario para que pueda desarrollar su personalidad sin complejos. - Conoce a sus amigos y a sus familias. Si lo haces desde el principio, no sólo favorecerás un clima de confianza en casa, sino que también tendrás más información sobre el ambiente en el que se desarrolla tu hijo adolescente.
- No quieras convertirte en su mejor amiga, pero tampoco en su enemiga: aunque sea difícil, es importante que conserves su confianza y que tu hijo tenga claro que, en caso de duda o peligro, tú debes ser con quien debe hablar.
Este es el único modo de mantenerte al tanto de lo que ocurre en su vida social, y es mucho más eficaz que las técnicas de espionaje de tu madre. - Respeta sus amistades y enséñale a decidir. Lo más importante no es alejarle de ese amigo que no te gusta -a lo largo de su vida tendrá más como ese, e incluso peores-, sino enseñarle a mantenerse firme en sus convicciones a pesar de lo que le digan los demás.
- Aunque sea tu hijo quien escoja sus amistades, tú decides dónde lo hace. Si le rodeas del ambiente idóneo, es más probable que sus amigos lo sean también.
Considerad la posibilidad de practicar algún deporte de grupo -muy beneficioso en esta época- o una actividad artística como la música, la pintura...
No tengas miedo y sé positiva. La infancia es, sin duda, la época en la que se vive la amistad más intensamente, y eso también hace a los niños crecer como personas, descubrir su personalidad y crear un entorno a su medida.
Enfrentarse a las malas influencias es parte del problema, pero si sabe identificarlas y conoce sus prioridades, será más difícil que tu hijo se equivoque eligiendo a sus amigos.